Escribir cuando no tienes más remedio
Un acto desesperado, un plan de 28 días para escribir, una técnica para escribir que puede salvarte el día
Esto es algo loco: envié a una editorial la propuesta de una novela de la que solo tengo 1.000 palabras, el primer capítulo. La editorial promete responder en cuatro semanas, así que me propongo escribir 69.000 palabras en 28 días. ¡Qué remedio!
Tengo tres motivos: el coste de la vida que me aprieta, dos de mis cuatro gatos tienen enfermedades dentales, y mi obsesión por la reescritura. El plazo límite me impide escudriñar cada frase y reescribir cada párrafo veinte o treinta veces.
Por experiencia propia y ajena, sé que proponer un guion o novela sin terminar es un riesgo. Crees que recibirás respuesta dentro de seis meses y piensas: «Tengo tiempo de sobra». Pero a veces te llaman antes, piden tu borrador y no tienes nada. O dices que estás fuera y necesitas un par de semanas para unos retoques, lo terminas a trompicones en un mes y… silencio. Sabes por qué. No hiciste el trabajo como querías. Lo peor es cuando ese silencio o rechazo te hace creer que tu proyecto es un asco, cuando lo más probable es hayan rechazado un borrador escrito con prisas y sin pulir. Cuanto con una llamada antes de tiempo, pero no abandonaré mi plan. De hecho, es coherente.
Hay novelas escritas en dos o tres sentadas fruto de un arrebato o escritas como en pocos días porque la historia se ha madurado en la cabeza durante largo tiempo. Brandon Sanderson cuenta en su Curso de Escritura Creativa que agradece a Dios cuando alguien llega tarde a una cita porque le da tiempo a pensar sus tramas. Componer todo en la cabeza era el truco de Mozart: no hacía borradores porque fuera un genio —que lo era— sino porque se mudaba porque los vecinos se quejaban de que aporreaba el piano durante horas. Con tanta mudanza, aprendió a componer en su cabeza, como reveló a su padre en una carta.
Mi novela lleva meses cociéndose en mi cabeza. He retrasado su escritura con la gastada excusa: «Cuando tenga tiempo, me pondré». Tuve que recordar cuando garabateé en una agenda de papel:
«No tengo tiempo», te dices, pero te atrae esa persona y sacas tiempo para charlar, wasaps… Un madrugón para conducir una hora para «un ratito». Un amante prueba qué relativo es el tiempo. Quizá, si no tienes tiempo para ti, es que no eres un buen amante para ti».
Ahora tengo 28 días.
Me encomiendo al guionista y novelista Jim Thompson, que escribió escribió doce novelas en dieciocho meses. No conozco qué plan tenía, pero tengo uno:
Mi plan
2 horas de dictado al día: 3.000 palabras. Grabo en el móvil y reproduzco la voz para transcribir el audio con la función “Escribir por voz” de Google Docs, un truco que encontré en YouTube.
1 hora de edición: Corrijo los errores de transcripción, pulo el estilo, la gramática y la ortografía.
Seguimiento con Notion: Uso tarjetas en un tablero Kanban. Cada una tiene el plan del día: palabras, escenas, metas.
Dentro de la tarjeta está el plan:
Este plan cuenta con la posibilidad del rechazo editorial de mi propuesta, pero en ese caso, tendré un borrador que podré reescribir con cierta calma para otra editorial o un premio con fecha límite de entrega de manuscritos. Como la historia demuestra, trabajar contra las cuerdas puede impulsar la escritura.
«Escribo cuando los acreedores llaman a mi puerta», dijo Dostoyevski. Hoy no aporrean, te llaman al móvil.
Y tú, ¿has escrito contra las cuerdas?
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